La paralización del proceso de construcción del nuevo Hospital de Teruel es, sin duda, una muy mala noticia. Se habla ahora de que si se va a intentar acelerar la tramitación, que si se acortará la construcción en un año, etc. Olvídense. Hay que ser rigurosos.
Este año hay elecciones y eso supone que para los grandes proyectos, desembolsos e incidencias, la administración regional y la local van a estar semiparalizadas hasta después del verano. Siempre ha pasado así y este año no va a ser distinto. Además, si se cumple uno de los escenarios políticos más posibles, que es la atomización del parlamento regional, podría haber nuevas elecciones en septiembre si el escenario que sale de las elecciones de mayo es ingobernable.
Pero esta mala noticia tiene, desde nuestro punto de vista, una cosa buena. Y esa cosa buena es que se deberían poder corregir los errores que se cometieron en la gestación y parto de este nuevo hospital. Sobre todo en la elección de la ubicación.
En primer lugar, la elección del Planizar se hizo en contra de la opinión de médicos, vecinos y colegios técnicos, como tal vez se podía hacer con la antigua política, cuando con frecuencia se prescindía de todos los factores lógicos para una elección de ubicación como esta.
En la elección del Planizar confluyeron circunstancias e intereses que hoy ya no se dan y que hicieron que el proceso de selección de la ubicación fuese poco participativo .Las formas en la que se tomó la decisión, hoy no tendrían un pase. Ni “engrasándolo” con abundante publicidad
En segundo lugar, la elección de esa ubicación es 16 millones de euros más cara que cualquier otra. Seis millones los accesos y diez el famoso modificado de resistencia sísmica. En las ubicaciones alternativas más posibles, no existirían ni unos ni otros en esa cuantía. Y 16 millones de euros son más de 2.600 millones de pesetas, que a veces perdemos la visón de las cosas. Con otro agravante, y es que los millones, seis al menos, de los accesos podrían salir del FITE, con lo que no irían destinados a proyectos productivos. Es decir, un gasto inútil que perjudica a proyectos productivos. Increíble operación política.
En tercer lugar, la operación alternativa más posible sería, según todas las opiniones que hemos podido recabar, en campo Pinilla, uniendo el Hospital actual y construyendo edificios en lo que hoy es campo de fútbol. Esta ubicación resolvería el problema del aparcamiento en la zona, ya que el nuevo edificio tendría un amplio parquin subterráneo, y supondría evitar el problema de qué hacer con el edificio del Hospital Obispo Polanco y su equipamiento, valorado en millones de euros y que podría perderse de irse de esa zona.
Y la última. Sería la oportunidad de demostrar qué políticos tenemos. La ubicación actual nació como nació, pero la clase política dice que moverlo ahora de allí sería entorpecer su desarrollo, aunque hay que aclarar a la ciudad que sería entorpecerlo no por causas administrativas, sino por la incapacidad de la clase política de reaccionar y usar los mecanismos administrativos a su alcance para cambiar la situación.
Si los políticos quieren, la ubicación puede cambiarse de forma rápida. Pero han de querer y eso significa retratarse. Que es a lo que de verdad pueden tener miedo.
Eco de Teruel
