Hay temas que por más vueltas que le des no tienen un lado agradable para ser comentados. Es poco idílico pero después de estos días de fiestas en los que es imprescindible hacer uso de ellos, es necesario hablar sobre los wc portátiles que salpican todas las calles de la ciudad.
A los hombres les va bien en su mayoría, pero multitud de mujeres los critican. No por su número, que creemos suficiente. Ni por su higiene a primera hora después de su limpieza. Son criticables por su diseño, por su inaccesibilidad y por su escasa o nula iluminación. Son incómodos por su altura. Muchas (las más ágiles) acaban subidas encima de la taza por no rozarla siquiera. Con lo cual queda sucia para las que esperan turno.
Suerte que a menudo hay algún bar cerca que da servicio para una emergencia.
Y como creo que es algo tan necesario y tan comentado por todas, me hago eco. Si es posible, revisen y soliciten modelos nuevos de urinarios para años y fiestas que vendrán, y que, pese a estos pequeños inconvenientes, seguiremos disfrutando, sin duda.
